Lección 13: Para el 26 de septiembre de 2020 | UN PASO DE FE
LEE PARA EL ESTUDIO DE ESTA SEMANA: Filipenses 2:5–11; Mateo 4:18–20;
Hechos 9:3–6, 10–20; Juan 21:15–19; 1 Juan 3:16–18.
PARA MEMORIZAR:
“Haya, pues, en vosotros este sentir que hubo también en Cristo Jesús, el
cual, siendo en forma de Dios, no estimó el ser igual a Dios como cosa a que
aferrarse, sino que se despojó a sí mismo, tomando forma de siervo, hecho
semejante a los hombres” (Fil. 2:5-7).
“Nunca podrá comprenderse el costo de nuestra redención hasta que
los redimidos estén con el Redentor delante del Trono de Dios. Entonces, al percibir de repente nuestros sentidos arrobados las glorias
de la Patria eterna, recordaremos que Jesús dejó todo eso por nosotros; que
no solo se exilió de las cortes celestiales, sino también por nosotros corrió el
riesgo de fracasar y perderse eternamente. Entonces arrojaremos nuestras
coronas a sus pies y elevaremos este canto: ‘¡Digno es el Cordero, que ha
sido sacrificado, de recibir el poder, la riqueza y la sabiduría, la fortaleza y
la honra, la gloria y la alabanza!’ ” (DTG 105).
Cuando respondemos a su dirección, aceptamos su mandato y nos
unimos a él para alcanzar a las personas perdidas para su Reino, se requiere
sacrificio. Aunque nuestros sacrificios nunca pueden compararse de ninguna manera con los de Jesús, el ministerio ganador de almas también es
para nosotros un salto de fe. Nos lleva fuera de nuestras zonas de confort
a aguas desconocidas. A veces nuestro Señor nos llama a hacer sacrificios,
pero las alegrías que ofrece son mucho mayores.
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