Lección 13 | Jueves 24 de septiembre | UN PASO DE FE
Mientras las olas bañan la orilla, Jesús le habla a Pedro sobre el costo
del discipulado. Quiere que Pedro sepa claramente a qué se enfrentará si
acepta la invitación de Jesús: “Pastorea mis ovejas”.
Lee Juan 21:18 y 19. ¿Qué le dijo Jesús a Pedro sobre el costo del discipulado? ¿Por qué crees que Jesús le reveló algo tan sorprendente a Pedro en
este momento de su vida?
En estas palabras, Cristo predijo el martirio que un día Pedro experimentaría. Sus manos estarían extendidas en una cruz. Con esta revelación,
Cristo le ofreció a Pedro una elección. Le ofreció la alegría más grande de
la vida: ver almas ganadas para el Reino de Dios. En el día de Pentecostés
vería a miles acudir a Cristo. Pedro haría milagros en el nombre de Jesús y
lo glorificaría ante muchos miles más. Tendría el gozo eterno de la comunión
con Cristo en su misión.
Pero ese privilegio estaría acompañado por un precio. Exigiría un sacrificio, el sacrificio supremo. Se le pidió a Pedro que se comprometiera con
los ojos bien abiertos. Pues Pedro ahora sabía que ningún sacrificio era
demasiado grande para unirse a Jesús en su misión al mundo.
Lee 1 Juan 3:16 al 18. ¿Cuál es la alternativa de Juan al amor como una
mera abstracción vaga? ¿Cómo define Juan el sacrificio supremo del amor?
En la eternidad, nada de lo que hemos hecho parecerá un sacrificio.
Nuestra inversión de tiempo y esfuerzo, o de nuestra vida, parecerá excesivamente recompensada. Qué alegría es convertir el amor en acción, convertir
las intenciones en compromiso. Cuando respondemos al amor divino sin
retener nada y nos dedicamos al servicio para testificar a otros como embajadores de Cristo, cumplimos el propósito de nuestra vida y experimentamos
la alegría más grande de la vida. Como Jesús dijo tan acertadamente: “Si
sabéis estas cosas, bienaventurados seréis si las hiciereis” (Juan 13:17). La
mayor alegría y felicidad duradera de la vida se produce cuando estamos
cumpliendo el significado de nuestra existencia al glorificar a Dios por la
forma en que vivimos y compartimos su amor y su verdad con el mundo.
| Es difícil comprender la idea de la eternidad, cuando todo lo que conocemos conlleva un tiempo breve. Pero, tan bien como puedas, intenta imaginar la vida eterna,
una vida eterna buena, mejor que cualquier cosa que podamos tener aquí, y, por lo
tanto, por qué nada aquí, en este corto período de tiempo, valdría la pena retener,
y perder así la promesa de la vida eterna que tenemos en Jesús.
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