Lección 1 | Martes 29 de septiembre | LA EDUCACIÓN EN EL JARDÍN DEL EDÉN
Como vimos ayer, a pesar del claro mandato de Dios, Eva, incluso con
sus propias palabras, empezó a diluir lo que se le había enseñado.
Aunque no malinterpretó lo que el Señor le dijo, obviamente empezó a no
tomárselo tan en serio. Es difícil exagerar las consecuencias de su accionar.
Por lo tanto, cuando Eva se encontró con la serpiente, ella le repitió
(aunque no exactamente) a la serpiente lo que Dios había dicho con respecto
a los árboles del jardín (Gén. 3:2, 3).
Por supuesto, este mensaje no era algo
nuevo para la serpiente. La serpiente estaba familiarizada con la orden y,
por lo tanto, estaba bien preparada para tergiversarla, aprovechando la
inocencia de Eva.
Analiza Génesis 3:4 al 6. Además de negar de plano exactamente lo que
Dios había dicho, ¿qué más dijo la serpiente que, obviamente, funcionó con
Eva? ¿De qué principios se aprovechó?
Cuando la serpiente le dijo que parte del mensaje era incorrecto, Eva podría haber ido a hablar con Dios. Esta es la belleza de la educación en el Edén:
el acceso que los estudiantes tenían a su poderoso Maestro seguramente
trascendía todo lo que ahora podemos imaginar en la Tierra. Sin embargo,
en lugar de huir, en lugar de buscar ayuda divina, Eva aceptó el mensaje de
la serpiente. Para que Eva aceptara la modificación del mensaje por parte
de la serpiente, era necesario que ella empezara a albergar algunas dudas
sobre Dios y lo que este les había dicho.
Mientras tanto, Adán se mete en una situación difícil. “Adán comprendió
que su compañera había transgredido el mandato de Dios, menospreciado
la única prohibición que les había sido puesta como una prueba de su fidelidad y amor. Se desató una terrible lucha en su mente. Lamentó haber
dejado a Eva separarse de su lado. Pero ahora el error estaba cometido; debía
separarse de ella, cuya compañí a había sido su gozo. ¿Cómo podía hacer
eso?” (PP 39). Desgraciadamente, aunque sabía diferenciar el bien del mal,
también eligió incorrectamente.
| Piensa en esta ironía engañosa: la serpiente dijo que si comían del árbol serían
“como Dios” (Gén. 3:5). Pero Génesis 1:27, ¿no dijo que ya eran como Dios? ¿Qué
puede enseñarnos esto sobre cuán fácilmente podemos ser engañados y por qué
la fe y la obediencia son nuestra única protección, aun cuando hayamos recibido la
mejor educación, como en el caso de Adán y Eva?
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