Lunes 28 de septiembre | Lección 1 | LA EDUCACIÓN EN EL JARDÍN DEL EDÉN
Una de las grandes alegrías para muchos maestros es armar sus aulas:
colgar tableros de anuncios, organizar útiles escolares y disponer las aulas de
la manera más recomendable. Al analizar la visión de Dios para el aula que
era el Jardín del Edén, vemos el cuidado que tuvo al preparar un ambiente
de aprendizaje para Adán y Eva. Deseaba que la belleza los rodeara. Podemos
imaginar que cada flor, ave, animal y árbol ofrecía una oportunidad para
que Adán y Eva aprendieran más sobre su mundo y sobre su Creador
Sin embargo, hay un cambio brusco de Génesis 2 a Génesis 3. Hemos
hecho un inventario de todo lo bueno que Dios creó con intención divina.
Pero en Génesis 3:1 también nos damos cuenta de la provisión que Dios
hizo para el libre albedrío.
La presencia de la serpiente “astuta, más que
todos los animales del campo” implica un alejamiento del lenguaje utilizado
hasta ahora. Palabras como “bueno en gran manera”, “no se avergonzaban”
y “delicioso” son expresiones utilizadas para describir la Creación de Dios
en los capítulos anteriores. No obstante, ahora, con la serpiente, el tono
cambia. De repente, se introduce un elemento negativo en lo que, hasta ese
entonces, todo era perfección.
En contraste, Génesis presenta a Dios como lo opuesto a la “astucia”. Dios
es enfáticamente claro acerca de sus expectativas de la pareja en el Jardín.
Sabemos, por el mandato de Dios en Génesis 2:16 y 17, que él estableció una
norma fundamental que ellos debían obedecer, que era no comer del árbol
prohibido.
Hay algo que se destaca en esta historia, y es que Adán y Eva fueron
creados como seres morales libres, seres que podían elegir entre la obediencia y la desobediencia. Por lo tanto, desde el mismo comienzo, incluso
en un mundo no caído, podemos ver la realidad del libre albedrío humano.
En Génesis 3:1 al 6, analiza las descripciones que utilizó la serpiente y
que Eva luego repitió. ¿Qué observas en la información que la serpiente le
ofrece a Eva? ¿Qué adviertes en la forma en que Eva empezó a considerar
el árbol del conocimiento del bien y del mal?
En Génesis 2:17, el Señor le dijo a Adán que si comía del árbol “ciertamente
morir[ía]”. Cuando Eva, en Génesis 3:3, repitió el mandato, no lo expresó con
tanta fuerza, omitiendo la palabra “ciertamente”. En Génesis 3:4, la serpiente
vuelve a utilizar la palabra en total contradicción con lo que Dios había
dicho. Parece que, aunque Dios le enseñó a Eva en el Jardín, ella empezó
a no tomarse tan en serio lo aprendido tan en serio como debería, como
podemos ver por el mismo lenguaje que usó.
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